Fragmento de “BASURA”, traducido por Francisco Ide.
A las bacterias, escarabajos peloteros, carroñeros,
forjadores de palabras: los transfiguradores, restauradores.
1
Pequeñas terroríficas enredaderas parlantes se insinúan
enroscándose y trepando por mi columna (traen el mensaje)
dicen, ¡chiquillo!, estás escribiendo ese gran poema
que el mundo está esperando: acaso tú no sabes que
tienes una incompleta misión no completada;
quizás en este mismo instante alguien en algún lugar está
muriendo por la falta de eso que W. C. Williams dice
que tú podrías (o alguien podría) estar dando: ¿no?
entonces -dicen estos pequeños mensajeros-, qué es
lo que pretendes enseñando en la escuela (enseñando “poesía” y a
“escribir poemas” y al botar tu tiempo pintando
pequeños cuadros orgánicos, sobrios, importantes)
cuando los valores que pensabas perdidos (aunque solo
en desconexión, revueltos) están tirados por ahí, demolidos
y sin centro porque tú (o sea yo, muchacho)
no has elaborado todo en la cara de todos
todavía: por otro lado (me digo a mí mismo, mientras
recibo a los mensajeros y los corto de una)
quién ha hecho algo o espera que yo haga
alguna cosa sin la que el mundo no pueda girar: y
ya que la SS da suficiente dinero (espero) para vivir
de ahora en adelante con elegancia y sencillez
-o, quizás, sólo con sencillez- por qué no habría yo
a mi edad (63) de concentrarme en abandonar las
proyecciones y ensayar las dulzuras del ocio, la
indiferencia, y recorrer los pequeños senderos: un par
de meses atrás, por ejemplo, hice todo el camino
desde las hojuelas de soya (ya tostadas y prensadas
necesitan una hora de hervor a fuego lento
y están listas) hasta los porotos de soya que
en sí son perlas de oro puro, a $400 el kilo, secos: tienen
que ser remojadas toda la noche en agua y deben
hervirse lentamente por seis horas – pero están al alcance
de cualquier bolsillo, son una proteína completa,
tienen más proteína que su peso en carne, más
calcio que la leche, más lecitina que los huevos,
y en algún lugar por ahí el aceite que suaviza las
heces, una gran virtud: necesito tiempo y vocabulario
para averiguar, ahora, sobre los programas de salud para ancianos
y necesitados, la semana de la osteoporosis, los tours para viajeros,
la pérdida de audición, los programas de vivienda compartida, y elegir
la buena alimentación ¡para empezar! ¿por qué debería yo
intentar escribir mi poema más plano, ahora, para
quién, no para mí, para otros? de lujo, como yo
nunca he dicho: la Seguridad Social puede proveer
porotos, soya suficiente: mi casa, pagada luego de
veinte años, al fin pagada: mi cabro chico
está grande: nada que uno pueda pagar en efectivo parece
demasiado valioso: alcanza una cuota demasiado alta
para mí – tan alta que no sabría
qué hacer con nada más allá de eso, ningún
lugar para alojarlo, estacionarlo, ensamblarlo, dejarlo a la deriva
como sea: elegancia y sencillez: me pregunto
si necesitamos esos sistemas de guía celestiales
que impactan en la cima de montañas o si necesitamos
razonamientos confusos de abstrusas filosofías fallidas: no es
suficientemente sencillo y elegante creer en
cualidades, sencillez y elegancia, ponerle un
poco de cojones y generosidad, un toque de
compromiso, el ascetismo suficiente para prevenir
que engorde: moderación: elegante y sencilla
moderación: los árboles se definen (entre
varias definiciones) mediante una dinámica de
lucha (oye, ¿eso que suena, es puro blablá? ¿todavía?)
y así es, como si hubiera un reconocimiento
genético para que un árbol joven creciera a través
solo a través de un espacio tomado (los padres
tampoco cederían en lo absoluto uno u otro espacio) y, más allá:
así, los troncos, adaptados a elevarse, a alcanzar
la luz más alta y el agua profunda, eran delgados
y de movimientos veloces, y eso estaba bien porque
una de las cosas buenas en esa apretada competencia es que
si uno tiene éxito, es apoyado por varios
competidores hacinados; es así, había poco
espacio para las ramas, y solo una mata de verde
posibilidad en el techo del bosque: pero, ahora,
en serio, mira el arce de mi patio –ahí afuera
al descubierto – crece demasiado, su tronco
dividido por una horquilla: el viento ha
torcido la rama inferior más grande: había,
de hecho, casi ninguna aglomeración y competencia,
y el gordo árbol, incapaz de detener su torrente,
sobrealimentado y creciendo en exceso y ahora, de nuevo,
su piel rota y expuesta a las enfermedades y los taladros
de cualquier tipo y hongos: esto solo
lo demuestra: una moderación impuesta es mejor
que ninguna moderación: estamos atados a las vidas
de aquellos que amamos y nuestra vida, luego, se va
como se va la de ellos, no podemos quitarnos su dolor;
las cosas que eligen, a menudo dañinas,
se derraman en nuestro insomnio, se arremolinan como
negaciones en nuestros sueños; nos levantamos varias veces
en la noche a pasearnos de un lado a otro; nos levantamos en la
mañana a un mundo irascible que no va a ninguna parte, sin puerta:
nos arde el pecho de ansiedad y un río de
angustia nos define rápido y estrecho en la boca del
estómago: cómo hacer para interceder sin interferir:
cómo mover nuestro amor de manera más envolvente
de manera más convincente que nuestro consejo anticipado
2
basura tiene que ser el poema de nuestro tiempo porque
la basura es espiritual, es suficientemente creíble para
atraer nuestra atención, metida entremedio, estorbando,
mal oliente, volviendo a los riachuelos marrones y cremosos:
qué otra cosa nos desvía de los errores
de nuestros ilusorios modos, no la tentación
de tener menos basura, eso está muy lejos y,
de cualquier forma, es inimaginable, poco realista: yo soy un
abre o tapa hoyos: métele el dedo
a la dama (a la dam…, mierda, al dique), que anegue el asunto
del fluir de la creatividad, lo venidero, futurista,
los orígenes que alimentan la basura: por la I-95 en
Florida donde el océano y el golfo son llanuras,
montículos de residuos (porque si excavas algo
para hacer lugar y meter otra cosa dentro,
qué pasa con lo que sacaste: lo mismo con las tumbas:)
los camiones de basura se arrastran como con reverencia,
cual si subieran por zigurats hacia las alturas donde las gaviotas
y la basura siguen con vida, ofrendas para los dioses
de la mierda, del justo castigo, de las realistas
expectativas, las deidades de la desagradable
necesidad: refinadas, jóvenes lombrices de tierra,
ahogadas por las lluvias primaverales en charcos en el pavimento,
se tornan blancas de humedad en más o menos un día,
manchas redondas, como secreciones o cremosos y exquisitos
moluscos crudos machacados: si este no es el mejor
poema del siglo, se puede tratar del peor poema
del siglo: lo parece, al menos, hacia el final,
y por un largo tramo de puro bodrio puede hincharse
bajo su medida: pero ahí en las alturas
día y noche pequeñas ráfagas de generoso y sacrificial humo
manan hasta abrigar de marrón el cielo y encerrarnos
como en una tetera cerrada, la llama perpetua,
estos acres de profundidad: la
oferta gratuita de una silla de plástico lisiada:
un traje deportivo harapiento: el poster
de un mainá manchado con jalea: cómo escribir este
poema, debiera ser corto, pequeña explosión de
dúplex, o largo, cazar a lo ancho, llegar a casa
tarde, perder el rastro y recuperarlo:
debiera actuar por sí solo, dar ejemplos
ilustraciones, colores, atuendos o intensificarse
reducido a proclama, huesos que cualquier corpus
fuera capaz de rodear, o debiera ser nada
en absoluto a menos que se encuentre a sí mismo: el poema,
que trata de la idea presocrática del
eje disposicional desde la piedra al viento, del viento
a la piedra (con mis elaboraciones propias, si caben)
está completo antes de comenzar, de modo que no necesito
apurarme en acortar, aunque un lector cansado
pueda terminar en breve