Dejancia: La obra plástica de José Calman

Reseña de Francisco Ide

El trabajo de José Calman comprende escultura, pintura y dibujo, técnicas interconectadas que buscan establecer un vínculo inusitado con la materia, en que las formas dadas de la naturaleza (troncos, ramas, huesos, materiales desperdigados) son intervenidas, exaltadas o continuadas para insuflarlas de un gesto nuevo, velado y latente hasta entonces. En su libro La rama dorada, Frazer cuenta que los Toraja, en la isla indonesia de Célebes, “creen que las cosas de la misma clase se atraen mutuamente por los espíritus que habitan en ellas”. De la misma manera, los espíritus que habitan los objetos que Calman utiliza y relaciona parecieran establecer un nuevo pacto en que la forma orgánica muta de manera natural, o se acomoda, si se quiere, en una forma otra. Así, el espíritu de una rama apenas intervenida se vuelve un chincol que confunde a los chincoles, el cráneo de una vaca recuerda el agua que bebió y se torna un monstruo marino, un tronco inerte ejerce su presencia entre las hojas con la mirada de una cabra, o la escultura de papel maché que miraba hacia adelante se resiste al horizonte y decide su foco: mirar lo alto, literalmente: tuerce su cuello y mira hacia arriba fijando su lugar predilecto, en un acto vital de rebeldía contra la estructura fijada por el artista. Hay azar y observación, pero sobre todo capacidad de vincular espíritus incompletos que junto a otros develan una nueva vitalidad. Es una continuidad del gesto orgánico natural de las cosas en el sentido de que las cosas parecieran comportarse exactamente de esa manera: buscando su flujo de cambio, su conexión inusitada, su nueva oportunidad de habitar el espacio. Valerý dice que el poema es un ser vivo que busca su realización en el mundo, y el trabajo de Calman pareciera entender lo mismo: cada escultura y objeto que realiza se vuelven seres vivos, seres que buscan volver visible aquello que cada materia tiene incorporado de forma oculta e íntima.

 

+ José Calman (Santiago,1985), artista visual. Ha participado en las exposiciones colectivas Telele (Casona Nemesio Antúnez, 2007), Bestia (Bs.As., 2014), El cielo, las estrellas y lo que está más allá de ellas (Instituto Tele Arte, 2018) y la exposición individual Dejancia (Matucana 100, 2016).
+ Francisco Ide Wolleter (1989), ha publicado Observatorio (2011), Yakuza (2014), Poemas para Michael Jordan (2014), Antología del amor de Claudia Schwartz (2016) y Iceberg (2017). Tradujo el libro Billy the kid y otros poemas de Jack Spicer.