Un daño irreparable (UFO, 1974). Josefina González

400 días después del Golpe de Estado en Chile un auto que cruzaba el árido paisaje que conecta la oficina salitrera de Victoria con Antofagasta se enfrentó a un suceso paranormal. En el auto viajaban Marcelo de Cachureos, El Temucano, Gloria Benavides y dos personajes más de la televisión chilena que recuerdo como parte de un pantano sórdido y confuso. Según sus propios testimonios, estos seres televisivos se encontraron cara a cara con otros seres de carácter extraterreste; luces que parecían diamantes, túneles de colores y una figura muy alta y delgada que hizo un gesto siniestro como poniendo su mano sobre la cabeza del Temucano.

Cuando yo vivía en Temuco recuerdo que estaba muy de moda el tema alienígena. Tal vez siempre ha estado de moda porque es un gran misterio, uno que incluso le hace el peso al misterio de la muerte o al misterio de cómo se vería Dios si es que Dios pudiera verse. Pero sí hubieron cosas que pasaron de moda: la Capa de Ozono. Tanto que nos hablaban de la Capa de Ozono cuando chicos, hay que cuidar la Capa de Ozono, hay que cuidar la Capa de Ozono, hay que cuidar la Capa de Ozono. Todos en el colegio escribíamos la Capa de Osorno y mirábamos con lástima a los niños que eran de esa ciudad. Se suponía que el agujero más grande de toda la Capa de Osorno mundial estaba justo arriba de nosotros, en Chile, y nuestros nietos se iban a derretir si pasaban más de media hora al sol. Había que cuidar 24 horas al día a la Capa de Osorno que se suponía estaba dañada irreparablemente pero, contra todo pronóstico, se mejoró cuando los niños noventeros nos hicimos adultos.

Algo que para mí nunca pasará de moda son los programas de televisión sobre crímenes que hacen en Estados Unidos. Cuando chica siempre pensaba que lo peor que te podía pasar como escolar era tener que ir a una secundaria gringa porque eso significaba obviamente tener que escapar de asesinos en serie con máscaras.  Hay un comercial en el Investigation Discovery un canal de televisión por cable dedicado a programas morbosos y ránkings de crueldad que avisa que lo que van a mostrar a continuación son problemas reales con finales terribles. Con esa frase siempre me acuerdo de un compañero del kínder que se cayó por la escalera y se partió la cabeza. Se llamaba Julio pero se murió un día de octubre. Una vez vi en Investigation Discovery a una mujer adulta que estaba obsesionada patológicamente con ser guagua. La mujer tenía 34 años y era a su vez su propia madre postiza porque se ponía pañales a sí misma y tomaba una mamadera que se preparaba ella también cuidadosamente antes de acostarse en su cuna.

Ahora que yo tengo 34 años pienso a veces que me identifico con la Capa de Ozono, porque contra todo pronóstico, he mejorado en un montón de cosas que ya creía irreversiblemente dañadas, sobre todo en temas de salud emocional y en eso que llaman autoestima. Antes se me hacía difícil dormir porque me acordaba de cosas humillantes de la infancia, como de esa vez, cuando iba en cuarto básico y me inscribí para bailar rock en la competencia de las alianzas, pero la Tía Lili me anotó en Sopa de Caracol, haciéndome pasar un par de minutos interminables. Siempre se ensañaba conmigo esa Tía Lili y ese error no fue casualidad, de eso estoy segura. Yo no entiendo por qué hay profesoras que hacen sentir mal a propósito a los niños, abusando de no menor autoridad. A veces quisiera ver a la Tía Lili en un programa de Investigation Discovery donde descubren a través de una autopsia que murió luego de agonizar dolorosamente por culpa de una sopa envenenada.

Siempre digo que cuando chica pensaba que lo peor que te podía pasar como escolar era tener que ir a una secundaria gringa. Después me pasó justo eso y me pareció mucho menos terrible de lo que imaginé. Yo estaba en tercero medio y vivía en Estados Unidos cuando se cayeron las Torres Gemelas, un 11 de septiembre que no es el de Chile, que es otro que para mí es menos importante. Un diario de Coquimbo cuenta que veintiocho años antes del 11 de septiembre gringo y veintiocho años antes de que el mundo supiera que existía Al Qaeda, pasó que Marcelo de Cachureos, El Temucano, Gloria Benavides y los demás personajes mencionados llegaron aterrados a la aduana de Quillagua porque los venían persiguiendo los ovnis. A veces me gustaría volver a la época del colegio, cuando mi única preocupación era no sentarme en una silla que tuviera un pene dibujado, comentó angustiado uno de ellos a la prensa.

 

+ Josefina González (Santiago, 1983). Se ha dedicado a distintas áreas de la producción creativa: música, pintura, ilustración y actuación tanto en cine como en teatro. El año 2017 lanzó su disco No Todo Se Trata Del Amor Pero Casi Todo (Infinito Audio). Ha publicado los fanzines de humor “Mundo Absurdo” #1 y #2, además del libro Cómo cuidar de un pato (Overol, 2018).