Anzuelo: “Por las ramas” de Roberto Merino. Silvana Angelini

Presentación del libro Por las ramas de Roberto Merino, editado por Hueders

Roberto Merino escribe en el libro de poemas Melancolía artificial el siguiente verso: “Sin emociones, huir desabrigado”. Una de las sensaciones más incómodas es el frío, el frío unido a la no emoción. Recuerda esta misma sensación en el libro Por las ramas, donde narra un episodio con su papá. En este encuentro su padre lo reta y posterior a esto se le aprieta la garganta y se le forma “el corbatín de la angustia”.

El huir desabrigado y el corbatín de la angustia son componentes de lo que podríamos llamar la misteriosa realidad de Merino: “Si nos ponemos a considerar la fragilidad de los hechos cuya acumulación llamamos realidad, es probable que terminemos aullando de pavor… lo que somos lo experimentamos de un instante a otro como ilusorio y antojadizo”.

En el libro Por las ramas Merino enfrenta la ilusión de la realidad, esa nostalgia de lo perdido, el reclamo al presente, a las emociones y a las despedidas. Merino narra los bordes de la vida, los márgenes, el roquerío, la repetición, la ausencia y las puertas cerradas. Y cómo la vida cotidiana está llena de malos entendidos.

El 21 de octubre del 2016 escribe: “Esta es la columna más vacía que he escrito. Soy el hombre vacío, the hollow man, parado durante más rato que el necesario en la cima de un puente curvo, invisible para el mundo y para mi mismo”.

A raíz de esto me pregunto si la realidad no es más que “el lugar donde posamos nuestra anónima humanidad”. ¿Será la realidad un puente curvo? ¿Seremos invisibles para el mundo?

Estas citas de Por las ramas me recuerdan a Philip Roth en La mancha humana, donde el personaje dice: “No porque mi sexualidad o deseo se hubieran debilitado de forma notable, sino porque ya no podía reunir el ingenio, la fuerza, la paciencia, la ilusión, el egoísmo, la flexibilidad o la dureza, la astucia, la falsedad, no podía enfrentarme a su conjunto de significados engañosos y contradictorios nuevamente”.

¿Cómo enfrentar la realidad? ¿Cómo dejar de ser invisibles para el mundo y para uno mismo? Imagino que Merino vería dos caminos posibles: el mar y el encuentro con la naturaleza.

Este libro es una respuesta para poder enfrentar la realidad a través de la naturaleza, el paisaje y lo animal. Porque, finalmente somos, como dice Merino, “un animal a quien a cierta hora llaman a comer o a ducharse”.

En este espacio de la naturaleza en Por las ramas hay un elemento que ondea más que otros; el mar: “el sonido de las olas se repite todo el tiempo, como la respiración… el mar reventándose en los roqueríos es solamente lo que es, lo que sucede, la ausencia de expectativas”.

El mar es el mundo paralelo, un llamado, el sumergirse y salir a la superficie. Me recuerda un episodio en el mar cuando tenía 7 años y mi hermana 6. Fuimos a pescar a la playa de Guanaqueros. Mi papá nos pasó un hilo que en su extremo tenía un anzuelo, en un momento mi hermana empezó a gritar, la veo y el anzuelo lo tenía enterrado en un dedo, en el dedo gordo de la mano. Nadie sabía qué hacer, sacarlo significaba romper el dedo, mi papá estaba histérico. En un momento pensé que filo, que mi hermana viviría con ese anzuelo para siempre, que finalmente se normalizaría.  

Pienso en el mar y en ese anzuelo, en Roberto Merino y en la naturaleza. En que finalmente todos tenemos un anzuelo, algo que entra, duele y se sana. Merino simboliza ese anzuelo. Algo que nos identifica, que nos define como sus lectores. Sus seguidores tenemos esa marca, ese gancho adentro.

Por las ramas nos regala un paréntesis. La naturaleza y todas sus imágenes tienen, según Merino, el cuño de la felicidad,  de esta manera “parece que el día se fuera quemando por las orillas”. El día, la noche, la realidad pasan más amablemente. La oscilación con los elementos de la naturaleza permiten finalmente la vida.

+ Silvana Angelini, es licenciada en literatura, periodista y directora de Agencia Aura.