Crítica de cine: Dry Martina. Javier Mardones

¿Esperada? ¿Así en general? No sé si tanto. Pero yo al menos la esperaba. La esperaba porque la anterior película de Che Sandoval, “Soy Mucho Mejor que Voh”, me voló la cabeza. La encontré una película fresca, punky y que tenía la gran virtud de sacarle trote al dialecto chileno como desde hace muchísimo tiempo no se veía o, mejor dicho, no se escuchaba.

Pero no estamos aquí para hablar de esa rara joyita que es “Soy Mucho que Voh” sino que de su sucesora, la recién estrenada “Dry Martina”.

La ficha de rigor: “Dry Martina” es la última película del director Che Sandoval, protagonizada por la guapísima actriz trasandina Antonella Costa y los también guapísimos Pedro Campos y Gerladine Neary. La película, de hora y media aprox., es una comedia negra que trata sobre una hermana tratando de encontrar a su hermana pero en el proceso, una se enamora del pololo de la otra.

Hechos los honores, me temo que la palabra decepción es ineludible. Ojo, no es una decepción total ni mucho menos, pero esta cinta tiene mucho menos dureza y patetismo que sus anteriores trabajos (Te Creís la más Linda… y Soy Mucho Mejor que Voh) y se acerca peligrosamente a poder ser confundida con una comedia de Nicolás López o de este otro chico que antes era gordo y ahora es flaco… Padilla creo que es el apellido.  

“Dry Martina” tiene bastante de los aciertos que hay en la obra anterior de Sandoval. Tiene, por ejemplo, esa entrañable galería de personajes salvajes y abacanados que parecen una alegoría de bestias en una jungla. Come o te comen, parecen decir todos los seres de este Santiago, al que Sandoval no sé si quiere pero sí, al menos, le tiene estima y “respect”. “Dry Martina” podría ser leída como una película rodada en un contexto muy particular que no se podrá repetir, el de un Chile que le ganó dos Copas América seguidas a Argentina. Puede parecer una tontera, pero la verdad es que en esta historia, Santiago y sus santiaguinos, no tienen nada que envidiarle en actitud y desenfado a su “zarpada” contraparte porteña. Aquí todos, y especialmente todas, son patudos, aceptan cruce de ojos, invitan a tragos y culean sin pudor (excepto un conductor piropero y quizás también el culposo galán interpretado por Campos).

La historia también es ágil, repleta de diálogos chispeantes y chistes rápidos. Es cierto que nadie en la sala parece aburrido ni mira la hora. Pero falta algo. Si bien en el cine de Sandoval hay que dejarse llevar y “apañar” a sus errantes personajes, quizás en esta oportunidad pide demasiado. Los giros de la trama son violentos e inverosímiles, incluso para los parámetros de Sandoval. Está bien una comedia disparatada, pero a veces hay que evitar que al espectador le surja el comentario en su cabeza de “esto ya es tonto” o simplemente “musho” y en “Dry Martina” esa voz surge bastante a menudo.  Lo otro que no termina de cuajar es la historia misma. Tantos giros, tantas bromas, tanta pachorra, terminan por vaciar la trama de significado, la que termina por quedar reducida a una colección de escenas chistosas y de ingeniosos gags. La escena final, sin ir más lejos, parece más hecha por compromiso que por otra cosa.

Y lo siento, sé que es odioso, pero la vida está hecha de comparaciones. En especial la obra de los cineastas. Pero tengo que decirlo: mientras “Soy Mucho Mejor que Voh” me dejó pensando en Tres Tristes Tigres, “Dry Martina” me dejó con la impresión de que esta es una película que Nicolás López debe estar envidiando haber hecho.

+ Javier Mardones (Valdivia, 1985), Periodista y Máster en Estudios Latinoamericanos, escribió columnas de política internacional para el Desconcierto.cl y trabaja como redactor para diversos medios digitales. Actualmente cursa el taller de escritura de Antonia Torres y escribe su primera novela.