Versiones de Ignacio Morales
No suficientemente completo
Esta noche mientras apago el cigarro en la cama
pienso en mi madre,
como yacía
en su cama
en la oscuridad y cómo un niño yo
abría
la puerta y observaba el punto rojo en sus manos.
Pienso en mi madre esta noche
cuando apago mi cigarro
en la cama oscura,
aplastándolo
cómo abría la puerta en la noche
y miraba el punto rojo en sus manos,
y ahora un hombre
yo tengo el punto rojo
y es lo último
que hago.
El último pensamiento que
la casa está limpia,
fue su pensamiento mío
esta noche en su casa
un pensamiento rojo
los dos en la oscuridad,
pensamientos del día,
el reloj ajustado, la ventana abierta,
cuántas comidas preparadas,
mi vida tan lejana
y aun en sus manos.
Cómo yazgo en su manos
y su cabeza gira
en círculos, durante el día
en mi cabeza.
Esta noche después de medianoche
mi madre y el gesto
que hago con mi último
cigarro su gesto,
como la ayudaba arriba
cuando se emborrachaba los feriados
ayudándola aterrorizado
y siempre que pedía
el último cigarro y se dormía
yo arreglaba
los detalles,
dos almohadas, la ventana y la puerta un poco
abierta, así podía escuchar
si se caía
de la cama.
Y se caía y otro cigarro
con su pelo gris enredado en la almohada
cuando lo enciendo
Placer solitario
Quería un compañero, incluso un amante
para llenar las mañanas vacías, como las conocí
en Columbus y California, pero tú protegías tu casa
demasiado bien, y los viejos tiempos acabaron,
las viejas noches de vacilar. Volviste al campo solo
con tu esposa, y tus hijos, desde entonces te he llorado.
Junto a la orilla, en la cama fue peor, días que pensé acabados
pero volvías por las noches, más duro entonces, susurrando bajo las sábanas.
Veo mis manos envejecer, y el humo venenoso jugar en el aire.
Anhelo solo memorias juveniles, lo que conocí como niño
la verdadera aventura de ser amado, esperando la muerte
que nunca llegó, excepto en el beso de despedida.
Hundido por el recuerdo, recolecto horas de juventud
ardiendo resplandecientes en el aire del atardecer, cómo fue, dónde
excepto ahora que termino en el Plaza, sin sueño alguno.
Flores prensadas caen de un libro, azul y amarillo
unidos, es mejor que el lobby de un hotel o
un solitario salón de té, azotado por las tormentas de nieve.
Es el último día de la semana, y las mujeres trabajadoras
agradecen la llegada del fin de semana, pero yo no tengo ningún lugar
donde ir, nadie a quién ver, solo la vieja linterna en el sendero
para hacerle señas a quién jamás volverá, a quién nunca vendrá.
Súplica
Oh poesía, visita esta casa a menudo,
empapa mi vida de triunfos,
no me dejes solo,
dame una esposa, un hogar.
Quítame esta maldición
de muerte precoz y drogas,
hazme un amigo entre mis pares,
bríndame amor y oportunidades.
Devuélveme a los hombres que enseñan
y sobre todo, cura
la herida de querer lo imposible
en este suspenso vacío.