Traducción de Francisco Ide. Extraídos de Billy the Kid y otros poemas, Jack Spicer (Damn!, 2018), disponible en: https://www.instagram.com/editorialdamn/
(De “Billy the Kid“)
IV
Lo que quiero decir es que
yo
te voy a hablar sobre el dolor
fue un dolor extenso
casi del ancho de una cortina
pero largo
como la gran intemperie.
Estig-
mas
tres agujeros de bala en la entrepierna
uno en la cabeza
bailando
justo bajo la ceja izquierda
lo que quiero decir es que yo
te voy a hablar sobre su
dolor
V
Billy the Kid en un prado de álamos con apenas un toque de luz de luna
su sombra, cuidadosamente,
se distingue de todas las demás sombras
delicada
como la percepción
nadie robará su arma o eliminará
sus sombras
VI
El revólver
una pista falsa
nada puede matar
a nadie.
Ni un poema ni un pene gordo. Bang,
bang, bang. Una pista
falsa.
Ni siquiera la inmortalidad
(aunque se me ocurre que inmortalidad de alguien que es tan mortal como Billy the Kid o su revólver que ahora está oxidado entre un montón de basura o reluciendo apropiadamente en algún museo de Nueva York) Una
pista falsa
nada
puede matar a nadie. Tu revólver, Billy,
y tu rostro
fresco.
(De “Cuaderno de música”)
Orfeo
Afilado como una flecha, Orfeo
apunta su música hacia lo profundo.
Allí está el infierno,
en el fondo del acantilado.
Nada sana
con su música.
Eurídice
es un pelícano una roca o ciertas algas.
Nada sana
lo infernal
es la humedad resbaladiza sobre el horizonte.
El infierno es esto:
la falta de algo más para observar salvo lo eterno
la expansividad de la sal
la falta de otra cama más que la propia
música para dormir en ella.
Guerrilla en la selva
La ciudad no era gran cosa
algunas chozas de barro y la torre de una iglesia.
Eran las mismas hojas
y el mismo pasto
y los mismos pájaros hundidos en los matorrales.
Esperamos por alguien que salga y se rinda
pero ellos tocaron las campanas de la iglesia
y nosotros
no temíamos a la muerte ni a ninguna forma de morir
pero las mismas balas fangosas, el mismo horrible
amor.
Dueto para una silla y una mesa
El sonido de las palabras que caen de nuestras bocas
nada
es menos importante
y sin embargo esa silla
esta mesa
nombradas
asumen identidades
toman su lugar
casi como una especie de música.
Las palabras hacen que las cosas
se nombren a sí mismas
hacen que la mesa refunfuñe
yo
en la sinfonía de Dios soy una mesa
hacen que la silla cante
una pequeña tonada sobre la gente que nunca se sentará en ella
y nosotros
que en la misma música
somos casi desplazados como muebles
nosotros
podemos aprender nuestros nombres desde nuestras bocas
nombrar nuestros nombres
en medio de la misma música.
Conspiración
Un violín que me sigue
¿en cuántas ciudades distantes escuchan
su música laxa? ¿Su
laxa música?
que tocan como diez mil personas.
Me sigue como alguien que me odia.
Oh, mi corazón se dejaría morir
antes de abandonar su laxa música. Ellos
en todas esas otras ciudades
dejarían sus corazones morir.
Me sigue como alguien que me odia.
O en realidad es un árbol que crece justo detrás de mi garganta
y si girara lo suficientemente rápido podría observar
arraigada, inmutable, cercana
música.