Sexo y murallas. Ileana Elordi

“¡Ante la prensa y la t.v. murallas e internet!”

Ahora la calle se ve más linda que nunca. Ahora es satisfactorio caminar. Ver la palabra evade por todas partes te alinea y activa. Cada día hay una portada nueva, el humor cada vez tiene más filo. No hay como ver una iglesia rayada, o tu propio edificio rayado. No quiero que se pinten nunca, que nunca más sea de un solo color.

Venía leyendo por la calle – recién había entendido que Piñera no es ningún hijo de puta porque las putas no quieren que sea su hijo, que las personas quieren -cóndor y +huemul como decía la Mistral, que el perro matapacos es nuestro único líder político, el símbolo más emotivo que ha surgido jamás. Venía leyendo y de pronto al lado mío una niña abrió su mochila y con un spray empezó a escribir. Se veía de mi misma edad. Fascinación y envidia. Yo no tenía spray y no había nunca usado uno. Fui directo a la ferretería a comprarme el mío. Habían pocos colores, elegí el azul. El color de la bandera ancestral mapuche. Quería hacer una guñelve, esa estrella preciosa de ocho puntas que es el “lucero del alba”, el planeta Venus que puede verse por la mañana.

Después de la marcha del 8 de noviembre pensé que había que rayar el lugar en que uno vive. Hice la estrella. Seguí caminando. Quería escribir algo más. No quise darle al asunto demasiadas vueltas. No quería ser creativa ni mandarme la frase del año, no quería ni siquiera tener que pensar. Agarré la lata y lo hice rápido, y me sorprendí: escribí con letras gigantes la palabra SEXO. Salió de mi inconsciente. Una descarga.

Al día siguiente no quería caminar por esa esquina, la evité. Y qué cresta tiene que ver con las demandas sociales. Y en qué cresta estaba pensando. Qué vergüenza, qué pudor. Cómo podía estar tan a destono con la pulsión social. Eso no es una demanda, eso no es nada. Quizás es una frivolidad. Confusión y tristeza. No quiero que nadie lo vea.

Cuando finalmente volví a pasar por la esquina el sexo escrito ya no estaba. Habían pintado la muralla, no alcanzó a durar un día. Todo lo escrito ahí desapareció. La normalización en esa muralla. Pero no importa, porque ya nadie tiene miedo. En las murallas y en la calle va a seguir estallando lo que siempre ha estado oculto. Que estalle libre ante todos y ante quienes lo hacen callar.