Poemas de Nika Turbiná incluidos en la antología “La infancia huyó de mí” (Ed. Llantén, 2018, Argentina). Traducción de Natalia Litvinova.
Un perro encadenado.
Desgracia y sufrimiento
en sus adoloridos ojos.
El corazón canino grita:
“¡Soy una persona!”
“Bueno, querido, bueno,
te duele el corazón.
No tenés amigos,
nadie quien pueda ayudarte”.
“Es mejor que me muera.
Moriré, moriré de tristeza,
¡oh, amigo!
Vení, salvame de la muerte.
Dame la mano,
llevame con tus amigos.
Vení, instante de alegría y de felicidad”.
Me desperté esta mañana
y el sol estaba
en los ojos del perro muerto
de tristeza.
(1980)
¿Saben escuchar la lluvia con los dedos?
Es muy fácil.
Toquen con la mano la corteza del árbol,
temblará bajo sus yemas
como un caballo mojado.
Toquen con la mano
el vidrio de la ventana por la noche,
¿lo escuchan?
Le teme a la lluvia
pero debe protegerme
de las gotas.
Las acariciaré con mis dedos
a través del cristal.
¡Lluvia!
Puerta,
escuchame puerta,
¡dejame salir!
El murmullo de los ríos invadió la avenida.
Quiero escuchar la lluvia con los dedos
para componer música.
(1981)
LOS CABALLOS EN EL CAMPO
Los caballos en el campo,
el pasto alto.
Los caballos en el campo
bajo la luz de la madrugada.
El rocío corre rápido,
tiene que saciar toda la hierba
antes de que amanezca.
Los caballos en el campo,
el chasquido de sus cascos.
El relincho silencioso,
el roce de la montura.
El sol como un globo
alejándose de la Tierra,
tiende hacia las crines
sus dedos calientes.
Los caballos dejarán el campo
pero hasta la noche
en el pasto aplastado
quedarán las huellas
de sus cascos.
(1981)
EL PÁJARO AZUL
A la medianoche
se abrirá la puerta
y de repente vendrá a mí
un mago extraño
en su caballo veloz,
el pájaro azul
en forma de infancia.
Viene deslizándose sobre la rima,
prueben atraparlo.
Huyendo, su voz mágica
me llamará
hacia la lejanía de la soledad,
hacia las separaciones,
las lágrimas, las despedidas
y la alegría de las pérdidas.
Jinete que se desliza
sobre la rima,
no creas en las habladurías.
Pidamos para mi despedida,
a la hora de las reticencias,
a la hora del alba estelar,
un pequeño sacrificio
a cambio de la rima alada:
llevate mi corazón.
(1981)
EL NACIMIENTO DEL POEMA
Son pesados mis poemas:
piedras cuesta arriba.
Las llevaré
hasta el pie del monte,
caeré con el rostro en la hierba,
no habrá lágrimas suficientes.
Romperé la estrofa
y llorará el verso.
La ortiga
se clavará con dolor
en mi mano.
La amargura del día
se convertirá en palabras.
(1982)
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