La ira del maestro. Patricio Salinas

Conversación con Miguel Sayago

En su estudio-vivienda en el paseo Bulnes, en pleno centro de Santiago, Miguel Sayago tiene una amplia colección de obra acumulada en su vasta trayectoria. Ha vivido en Estados Unidos, Francia y desde los años 90 se radicó definitivamente en Chile. Ha conocido y retratado personajes singulares dentro de la literatura, el arte y la fotografía. En su relato de vida esconde una serie de anécdotas sabrosas y singulares, como cuando hizo enfurecer a Cartier Bresson al “robarle” una imagen y el aristocrático fotógrafo francés lo amenazo con un cortaplumas. 

Vivía entonces en Estados Unidos, era el año 1987 y lo habían invitado al MOMA en New York a ver una exposición de Henri Cartier Bresson. Se exhibían sus primeros trabajos. A la entrada, vio de pasada al famoso fotógrafo conversando en círculo con algunos amigos. Sayago, silenciosamente, sacó su nueva cámara y comenzó a realizar unas tomas rápidas y discretas. Uno de los amigos de Bresson advirtió que Sayago los estaba fotografiando, lo que indignó al fotógrafo francés: sacó de su bolsillo una pequeña cortapluma y amenazó al “no invitado”. Sorprendido por la sobre reacción del “maestro”, Miguel escondió rápidamente su cámara y quedo en estado de shock. Por esos años, Cartier Bresson no se dejaba fotografiar, pero Sayago, nunca se imaginó la reacción de uno de sus fotógrafos admirados. 

En las paredes de su pequeño estudio-vivienda, tiene originales de varios fotógrafos reconocidos, como Willian Klein y Aaron Siskind. Puedo observar en su mesa de luz, las imágenes de algunos de los escritores que han posado para su cámara, como Isabel Allende, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes, Nicanor Parra. (www.miguelsayago.com) También posee una pequeña biblioteca donde están algunos de sus propios trabajos y otros de fotógrafos que admira y estudia. En sus comienzos estaba dedicado al cine, pero la espera de un proceso de producción es largo. Con Marcelo Montecinos convivían en la misma ciudad (Whashington D.C) y en un viaje que planeaba hacer a Chile en 1983 Montecinos le sugirió llevar una cámara fotográfica. Y ahí se quedó. 

Entusiasmado por el lenguaje fotográfico de August Sander y Diana Arbus, se lanzó a las calles en Estados Unidos a fotografiar personajes anónimos, aquellos que Sayago encuentra a su paso cotidiano. Sin embargo, señala: “Yo no llegué a la fotografía con ánimos artísticos, llegué porque quería tener un oficio que me permitiera sustentarme con un trabajo que me gustaba. Los retratos que me gustan hoy son los que hizo Cartier-Bresson, sobre todo los retratos que les hacía a los artistas” (Matisse, Giacometti).

-¿Cómo te acercas a los personajes?

-Primero creando una atmosfera de confianza. Hay que tomar en cuenta que la mayoría de mis retratos son tomados por encargo, para revistas, libros o instituciones. Eso abre una puerta directa al sujeto, que ya aceptó retratarse antes de que yo pusiera una cámara frente a él o ella. Cuando es un encuentro casual con alguien en la calle y que me parece interesante (eso es lo que hacía al menos en mis comienzos como fotógrafo), le hacía sentir que era una persona extraordinariamente interesante. ¿Quién no se deja fotografiar así?

-¿Y la fotografía en Chile?

(Se queda un momento en silencio, lentamente va monologando en un intento de reflexión, hasta que habla con voz algo apagada) Hay toda una generación de fotógrafos chilenos que salieron a la luz durante los años oscuros de la dictadura. Antes de eso teníamos a Antonio Quintana y a Jorge Opazo (una fotografía militante de acuerdo a la época). Luego estaba Sergio Larraín, que nos mostró que habían niños a pie pelado durmiendo y viviendo bajo los puentes del Mapocho; después viajo a Valparaíso y claro, vio que era la única ciudad chilena interesante de fotografiar y sin duda lo hizo de una manera muy especial y memorable. Luego están los que regresaron a Chile, por un tiempo o para quedarse, entre ellos yo mismo. A fines de los 90 y comienzo del nuevo siglo, todavía con cámaras análogas, surgieron una gran cantidad de fotógrafos bastante buenos y que se salían del circuito de la fotografía de prensa y empezaron a crear imágenes en estudios (Brantmayer, Edwards, Aceituno, entre otros). En esos años se realizaron múltiples encuentros y muestras, tanto en galerías de arte como en museos, y celebrábamos el día de la fotografía con exposiciones al aire libre. También hay que destacar que algunas editoriales ( LOM, Ocho libros, Saposcat, entre otras), con apoyo de recursos estatales publican libros de fotógrafos chilenos de bastante buena calidad. Ahora es la época del photobook.

De todos modos, no hay muchos espacios para tener exhibiciones, aparte de EKHO, la Galería Animal, Factoría Santa Rosa. Y dos museos tradicionales, Bellas Artes y MAC.  Pero todo el mundo que se siente fotógrafo esta haciendo libros. Con la tecnología de hoy, no es difícil hacerlo. Lamento, eso sí, que muy pocos están viendo exhibiciones fotográficas. 

¿Cómo es tu lenguaje fotográfico?

-Yo, la verdad, no se eso del lenguaje fotográfico. En la pintura (que es lo más cercano a la fotografía) existen todo tipo de “ ismos”: realismo, romanticismo, expresionismo, cubismo, etc.  Son como tendencia de alguna determinada época y en el que cada artista lo desarrolla con su particular punto de vista. Creo que en fotografía se da el mismo fenómeno, pero la diferencia entre cada fotógrafo es más sutil, se nota menos, la línea que diferencia un fotógrafo de otro en una determinada época, es más difusa que en la pintura. ¿Por qué? creo que el instrumento con que trabaja el fotógrafo es una maquina con características y limitaciones muy definitivas.

Texto: Patricio Salinas A.
Fotos: Miguel Sayago
Retrato de Miguel Sayago: Carlos Bogni