Reseña de J. Badía.
Hydrorion Remnants es la articulación de un conjunto de composiciones e improvisaciones grabadas entre el año 2014 y el 2016. Con samples minúsculos y ambiguos y teclados melódicos y etéreos, Embassador Dulgoon ambienta una húmeda progresión de nueve tracks que eclosionan en cadena para conformar una constelación de audiomundos.
Los nombres de los tracks refieren a temas extraídos de la biología, la mitología, la geografía y la historia traducidos en un sonido que congrega lo fósil y lo experimental, construyendo algo así como un futurismo de reminiscencia prehistórica.
Hydrorion Remnants se incrusta en una alfombra atemporal de folclor, ambient, ciencia ficción y delirio. Recomponiendo un accidente de impulsos tan rítmicos como melódicos, respira una atmósfera tan cercana como anacrónica.
Dinosaurios y árboles extintos, edificaciones y lugares históricos, la ruina del tabernáculo y la reconstrucción de una ceremonia etérea, pasillos y naves, esperas y estrellas son traducidos en un plasma sonoro de pulsaciones concéntricas. Un remolino que nos dirige hacia un fondo poblado de especies extintas y tarareos apacibles.
Familiaridad y extrañeza. Armonías como aguas lentas y justas, permeables a la mezcla libre de ruido y canto. Colonias estruendosas de júbilo y quejidos, estertores terminales y suspiros del brote.
Nada parte de golpe ni termina en seco excepto el disco. Las vértebras percutidas y los fuelles expansivos filtran con delicadeza un silbido recurrente y distante. Hacia el final es evidente el burbujeo intrauterino que gesta una especie de quimera consanguínea, el llamado a resucitar un engendro musical llamado Hydrorion.
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