Edición rústica y bilingüe
155 páginas
17 x 27 cm
Año de publicación: 2020
Precio de venta: $17.000 Comprar en tienda Saposcat.
El filósofo Theodor Adorno propuso que una población civil bien educada no volvería a repetir la barbarie de los campos de exterminio de la Segunda Guerra Mundial. Patricio Salinas lo pone en duda: los “excesos” de la sociedad moderna no son hechos “aislados” o “anormales”, sino formas de actuar constitutivos de nuestra sociedad. Se volverán a repetir de uno u otra forma. La guerra de Vietnam, la tragedia en los Balcanes y la actual drama de violencia y muerte que viven los inmigrantes que intentan llegar a Europa atravesando el mediterráneo lo confirman. Chacabuco, campo de prisioneros políticos a comienzos de los años 70, donde Salinas estuvo cautivo, es uno de los tantos cánones represivos y “necesarios” que el régimen dictatorial chileno utilizó para acallar las voces de protesta y así imponer un brutal modelo neoliberal que ha sido y es nefasto para la mayoría de la población civil. | ||
Pasaron más de diez años de su expulsión del país para que Salinas volviera a Atacama. No se acercó a Chacabuco y al desierto ni como víctima, ni como hombre de resistencias. Observa las ruinas, los pliegues, la herida, la fisura, buscando lo que los relatos oficiales ignoran o esconden. En su ensayo visual trabaja con el enfrentamiento a esos espacios casi arqueológicos: restos industriales, vestigios, huellas. Dice: “En mis viajes a Atacama y Chacabuco, hay un intento de rescatar objetos, documentos e imágenes y a través del montaje y la yuxtaposición, crear con ellos una constelación, un relato de un tiempo perdido en mi memoria”. Además de sus propios textos, le acompañan el historiador Manuel Vicuña, quien entrega un imaginario del desierto despoblado e inhóspito. La ensayista y teórica Rita Ferrer escribe refiriéndose a la fotografía de Salinas: “Las imágenes y los objetos proponen una política del resto: no señala lo desaparecido, sino lo que está a punto de desaparecer”. La fotógrafa Leonora Vicuña, en tanto, pregunta: “¿Por qué regresamos Patricio? ¿Regresar a qué?” |
“Las fotografías de Patricio Salinas me producen fascinación, en concreto esta enigmática serie, desprovista de cargas personales según mi punto de vista, de su paso por la oficina Chacabuco cuando fue cárcel en la dictadura de Pinochet. Me atrae ese enigma que queda flotando en las fotos: el cadáver es la oficina salitrera, por la que pasaron diversas injusticias y momentos de todo tipo cuando era habitada. Cuando vi estas imágenes, repetía y repetía su lectura, un aire fresco invadió mi cuarto, el horror de lo que sabemos que ocurrió en ese espacio desapareció, quizás solo por el gesto de volver al lugar de Patricio o los fragmentos captados o el blanco y negro que nos hace poner mas distancia y privilegiar, ante el horror, la maravilla humana”. Juan Castillo, artista.