+ Poemas de Francisco Ide Wolleter y pinturas de Francisco Morales V.
+ Premio Mejor Libro de Poesía 2016, Círculo de Críticos de Arte.
Páginas: 80
Año publicación: 2016
ISBN: 9789569866005
Crítica de Pedro Gandolfo
“Ide, poeta de amor enmascarado”, Artes y Letras, domingo 13 de noviembre de 2016
Una mala interpretación del papel que juega la subjetividad del autor en la poesía -que es indudablemente distinto al que juega en la prosa- suele conducir a menudo a una versificación al servicio de un desfogue descontrolado de emociones y experiencias individuales que no logra traspasar un sentimentalismo banal. La Antología del amor de Claudia Schvartz , de Francisco Ide, se sitúa, de modo inteligente, en un lugar que lo pone a resguardo de ese extravío.
Ide tiende una serie de veladuras tras las cuales se atisba el complejo de emociones que en algún momento generaron el impulso hacia el poetizar, pero, precisamente aquellos enmascaramientos pudorosos establecen una atractiva filigrana de significados, referencias y sonoridades que le conceden a este poemario una densidad y, a la vez, ductilidad inusuales.
Una primera barrera, hábilmente interpuesta, es que en todo momento parece estar haciendo referencia a otra obra: Antología de la poesía erótica , de Claudia Schvartz, obra que efectivamente existe (editorial Leviatan, Buenos Aires) pero con la cual guarda un extraño parentesco, oblicuo e irónico. La selección de Claudia Schvartz, “donde el cuerpo se hace presente y osado” es un empeño que sus mismos editores tildan de “casi tan desmesurado y aleatorio como atreverse al amor”, y cubre desde “El cantar de los cantares” hasta los Rolling Stones, pasando por un amplio y variopinto espectro de autores, épocas y estilos. Sobre ella, el poeta Ide sobrepone su propia antología, si es que puede llamarse así, que guarda solo algunas coincidencias con la de Schvartz. Es, más bien, el gesto libérrimo de la antologadora y, desde luego, la temática, aquello de lo cual se apropia a su manera. Al entrar en el juego de antologador, Ide puede elaborar un segundo grado de enmascaramiento, ya que, valiéndose del recurso de la cita, la apropiación y el pastiche, habla, como una suerte de ventrílocuo, a través de las voces de los poetas y poemas seleccionados. Una estrategia análoga ya había sido utilizada por el autor en poemarios anteriores ( Yakuza y Poemas para Michael Jordan , del 2014), lo cual señala ya un cierto itinerario formal común.
Los poemas de Francisco Ide se articulan hermosamente en torno a una ausencia, un vacío, un hueco físico y mental que el poeta, encarnado en las voces poéticas escogidas, intenta suplir, reparar, evocar, amortiguar. Sus poemas, marcados por el espléndido “Itaca te dio el bello viaje, sin ella no hubieras salido al camino (C. Kavafis)”, son el desgranarse nostálgico, eufórico y afligido de una búsqueda en que el lugar de Itaca lo ocupa la amada ausente; ella es la patria perdida, a la cual solo se puede retornar a través del poetizar. Una búsqueda que evoca, con otras coordenadas, por cierto, el “Cántico” de Juan de la Cruz (“¿A dónde, te escondiste,/ Amado, y me dejaste con gemido?”).
Los poemas de Ide corren veloces, apurados por esa búsqueda, deslizándose desde la cotidianidad donde se estuvo con ella y donde ahora no se está, hacia el terreno donde imágenes poéticas sugestivas proyectan concretamente el desespero: “El poema es un hueco en el árbol de nudos/ refugio entre las rocas donde podemos Vivir/ una ilusión del tacto idéntica al tacto/ imán contra imán de carga opuesta” o “Alumbro con el encendedor mi ficus/ y lo riego en la noche cada vez que recuerdo/ su existencia. Esa es mi única relación/ con la luz, últimamente” o “Algunos objetos proyectan sombras extrañas/ juraría que en la lámina de polvo sobre el suelo/ se dibujan nítidos tus pies descalzos” o “Jugamos a escuchar el graznido/ de estos árboles hirsutos y oscuros/ alejados de todos, en una plaza/ de la villa Chokan./ Parecíamos dos niños: sin aversión, sin sospecha”.
En sus poemas logra Ide fundir en una transición sin baches, como si formaran parte de la misma dimensión de lo real, los tonos o giros del poema que toma como referencia, con los ecos de su propia experiencia y los fulgores de su imaginación poética en la que flota la percepción de la pérdida de la amada como una forma anticipada del morir. Así, en “Balada/ La belle dame sans merci (J. Keats), por ejemplo: “Oh, qué dolor es el que arrastras? Venden vino/ en todas partes y pan y mortadela. Veo lirios en tu frente/ podría broncearme en tu rostro afiebrado”.
Ide integra eufónicamente elementos diversos con un impecable sentido del ritmo, suprimiendo artículos, duplicando espacios, tachando, cortando y encabalgando versos con precisión resuelta y vital.
El libro despliega otra dimensión que lo enriquece: en un paralelismo, en ningún caso lineal, viene acompañado de las pinturas de Francisco Morales, las que llevan a cabo en su plano expresivo un ejercicio de apropiación y velamiento semejante al que Ide realiza en la poesía, estableciéndose entre ambos un diálogo que abre y multiplica las lecturas recíprocas.
Fuente: El mercurio
Presentación de Juan Manuel Silva
Sobre Antología del amor de Claudia Schvartz de Francisco Ide & Francisco Morales
Nota de Diego Zúñiga
Amor y desolación
Francisco Ide Wolleter (1989) apareció en el mapa de la poesía chilena cuando tenía poco más de 20 años: publicó Observatorio en 2011 y empezó a llamar la atención de distintos lectores. Había en esos poemas un fraseo propio, una frescura que tenía que ver con su juventud, pero también con las lecturas que lograban identificarse en su sintaxis y en sus obsesiones, aquellas que fue profundizando en Yakuza (2014) y Poemas para Michael Jordan (2014), dos libros muy celebrados y que confirmaban a Ide como un poeta que era capaz de moverse en distintos registros. A su fraseo particular se sumaba una búsqueda narrativa que le permitía indagar tanto en una poesía de largo aliento como en las imágenes que lograba capturar en la brevedad. Ahora vuelve con Antología del amor de Claudia Schvartz, primer libro de la nueva editorial Saposcat, y donde la poesía de Ide se une a las pinturas del joven Francisco Morales V. (1990), armando así un objeto particular, lleno de citas a otros poetas, cineastas, narradores y pintores, convirtiendo el libro en un viaje de amor y desolación que parece nunca acabar. “Es dulce contemplar el mar/ desde una distancia segura”, escribe Ide, a pesar de que en estos poemas no respeta esa distancia: indaga en las imágenes hasta convertirlas en un relato indescifrable, nuevo.
Fuente: Revista Qué pasa
Entrevistas a Francisco Ide y Francisco Morales
Este libro es fruto de la sintonía entre un pintor y un poeta, quienes crearon un objeto insólito en el sistema de las publicaciones actuales. Antología del amor de Claudia Schvartz se acerca al tópico de Horacio, ut pictura poesis (como la pintura así es la poesía), a través del procedimiento que ambos cultivan: el apropiacionismo, el arte de usar lo que otros han realizado con el fin de alterarlo hasta su transfiguración. Las series de poemas e imágenes se vuelven una obra conjunta, expresiva y salvaje, singular en cada una de sus partes. Más que melancolía, conjugan el desgarro y la insolencia. Matías Rivas
—
Francisco Ide Wolleter (Santiago, Chile, 1989) es autor de los libros de poesía Observatorio (2011), Yakuza (2014), Poemas para Michael Jordan (2014), Antología del amor de Claudia Schvartz (2016), Iceberg (2017). Fue becario de la Fundación Pablo Neruda en 2010 y obtuvo el premio Roberto Bolaño en 2014.
Francisco Morales V. (Santiago, Chile, 1990) ha exhibido sus pinturas en Común & Corriente (APECH, 2013), Aquí no está (Macchina, 2014), The Fellas (Espacio Falso, 2015), Christina Ricci (BECH, 2016), Conflictos de interés (Local, 2017). Obtuvo el premio Municipal de Artes Visuales en 2014.