Nunca fui a Bulgaria. Allen Ginsberg

Traducción de Nicolás López-Pérez

Cosas que no haré (nostalgias)

 

Nunca fui a Bulgaria, aunque tuve un folletín y una invitación

Lo mismo con Albania, el año pasado me invitaron personalmente los estafadores de la lotería o

los alcohólicos en rehabilitación

o los poetas iluminados de la tierra antigua de las Puertas del Hades

Tampoco visité Lhasa ni viví en el hogar de Hilton ni en la casa familiar de Ngawang Gelek ni

subiré fatigado al Potala

Nunca más regresaré a Kashi “la ciudad del mundo más antigua, habitada sin interrupción”, ni

me bañaré en el Ganges ni me sentaré otra vez en Manikarnika ghat con Peter, ni visitaré a Lord Jagganath en Puri otra vez, nunca volveré a Birbhum ni tomaré notas, historias de Khaki Baba

O escuchar música en festivales de música en Madras con Philip

O regresar para beber Chai con el viejo Sunil y los jóvenes poetas del café

Atar mi cabeza en un adoquín en la guarida del opio en el Barrio Chino, pasar por el Hotel Moslem, su

azotea en Tinsmith Street, la tierra ardiendo de Choudui Chowh Nimtallah, tampoco fumar marihuana en Hugli

Ni en los callejones de la Fez de Achmed, nunca más beberé té de menta en el Soco Chico ni

visitaré a Paul B. en Tánger

Ni veré a la esfinge al atardecer o al amanecer en el desierto, alba y ocaso en el desierto

antiguo colapsando Beirut, Babilonia y Ur tristemente bombardeadas, los misterios horribles de Siria, de todo el desierto de Arabia y Saudí, el pueblo animado de Yemen,

Ni el viejo Afganistán tribal de opio, el clima tibetano de Beluchistán

No volveré a ver Shanghái ni las cavernas de Dunhuang

No volveré a subir los tres pisos por la escalera de la calle 12 E,

Tampoco iré a la Argentina literaria, ni acompañaré a Glass a São Paulo, ni viviré un mes en un

departamento, en las playas de Río y los chicos de las favelas, en el gran Carnaval de Bahía

No más ensoñaciones en Bali, demasiado lejos el festival de Adelaida para conseguir baquetas nuevas

No veré las nuevas periferias de Yakarta, los bosques misteriosos de Borneo ni sus hombres y mujeres pintados

No más Sunset Boulevard ni Melrose Avenue ni Oz en Ocean Way

Ni el primo viejo Danny Leegant, tampoco los recuerdos de la tía Edith en Santa Mónica

No más veranos cariñosos con amantes, enseñando a Blake en Naropa,

Esloganes de la escritura de la mente, nuevas poéticas modernas estadounidenses, Williams Kerouac

Reznikoff Rakosi Corso Creeley Orlovsky

o cualquier visita a las tumbas de B’nai Israel de Buba, de la tía Rose, de Harry Meltzer y de la tía

Clara, del padre Louis

No lo haré si no es en una urna de cenizas

30 de marzo de 1997, AM

¿Qué harías si lo perdieras?

dijo Rinpoche Chögyam Trungpa Tulku en el vestíbulo de mármol del departamento

mirando a mi cajita negra llena de arte, “mejor prepárate para la muerte”…

El armonio, eso es la bufanda de Peter,

la campana de Krishna y el pararrayos de lata Phil Whalen escogido en

Japón

una copia deshilachada de Blake con anotaciones de acordes, los libros negros de City Lights,

las baquetas de aborígenes australianos, el incienso de templo verde, los metales preciosos tibetanos

los chinchines—

una pierna rota una semana más tarde, recordatorio suficiente: yace en la cama y después de unos días de dolor

empezó a llorar

sin razón, pensando un poco en el rabino Schacter, un poco en el papá Louis, un poco

en todo lo que debe ser abandonado,

la nieve abandonada,

un perro vacío ladra después que los perros han desaparecido

las comidas comidas pasan a través del cuerpo para alimentar tomates y choclo,

El pote de madera de Haití, demasiado grande para mi ensalada,

Enseñanzas, Tantras, Hagadá, Zohar, Revelaciones, poesías, Koans

olvidados con el mundo nevado, olvidados

con generaciones de carámbanos estrellándose contra barrancos blancos por la berma,

Dharmakaya olvidó, Nirmanakaya metido en el ataúd, Sambhogakaya eclipsado a

la luz de las velas apagada por el gato juguetón—

Adiós a mis propios tesoros, cuerpos consagrados al pezón,

viejas almas adorando al ojo de las flores o cráneo panorámico auditivo imaginario—

Adiós viejos calcetines lavados una y otra vez, boxers azules, calzoncillos largos bajo cero,

botas negras nuevas hasta la cadera para ventisqueros cerca del buzón de la granja,

adiós a mi pieza llena de libros, todas las sabidurías que nunca estudié, nunca leí de un lado al otro

a todo Campion, a Creeley, a Anacreonte, a Blake,

digo adiós a las frazadas, naranjas, bañadas con rombos, de lana de oveja del Himalaya mexicano

traídas de los días de Almora con Lama Govinda, y Peter, duro y terco, tratando de comer

pollo a medio cocer.

Pinturas en la pared, Maitreya, Sakyamuni y Padmasambhava, el Dr. Samedi con

polainas haitianas y whisky de caña,

Bhaktivedanta Swami en el escritorio mirando tristemente a Krishna en mi desesperada

autoconciencia

Un ático lleno de juguetes, un escritorio lleno de cheques viejos, archivos de la Policía de NY

y la C.I.A. traficando heroína,

Los archivos sobre el ridente Leary, los archivos de la Policía Estatal, los archivos sobre los

ecosistemas se desvanecieron y cuadernos sin transcribir, bronceados, cientos de pequeños poemas y prosa de mi mano

entrevistas en el periódico, archivos ensamblados, papelería inútil que me rodea

imperfectamente cronológica, jocosamente tardía en la eternidad, reflejo de las Ciudades

o estudios de calles particulares y boudoirs

adiós a los libros de poesía, no tengo que llevarte más en una cadena para

Deux Magots como una langosta roja

a través de París, Moscú, Praga, Milán, Nueva York, Calcuta, Bangkok, la sagrada Benarés,

Claro, Rishikesh y Brindaban podían tu prana, levantarte por sobre el techo

del mundo—

mi propio aliento ahora más lento, esperando y mirando en silencio

Abajo, armonios, músicas, trapos y blues, himnos de Blake hechos en casa,

mantras para levantar el cráneo de los Estados Unidos,

adiós acorde de C, acorde de F, acorde de G, adiós a todos los acordes de “La casa del

Sol naciente”

Adiós casa de campo, apartamento de ciudad, basura del metro Empire State, Museo de

Arte Moderno donde paseé por la pubertad deslumbrado por los sistemas solares del cerebro crudo de Van Gogh, pegados en azul grueso celestial tal—

Adiós Naomi, adiós, viejo y dolorido poeta Louis, adiós Paterson

al 69 entre Joe Bozzo y Harry Haines que resistió la infancia y

envenenó el aire sobre el valle de Passaic,

adiós a Broadway, dale mis saludos a las grandes caídas y a los chicos pensando marihuana

maravillados al escuchar el rugido silencioso del discurso de Godfather Williams

Adiós a los viejos poetas de Century que enseñaron el ojo fijo y la lengua afilada de Pound

con el corazón silencioso de Mouni a Tom Veitch llorando en Stinson Beach,

adiós a mis hermanos que escriben poesía y tocan el violín, a mis sobrinos que soplan

la tuba y la viola, silban la  flauta o sonríen y cantan en ritmo azul,

adiós a las sombras de la vida muerta que se ama, cuerpos llorosos cuerpos rotos envejeciendo

cuerpos convertidos en muñecos de cera o cenizas

Adiós a América esperas que reces por tu ternura, tu IBM 135-35

campo de batalla electrónico automatizado, iglú, diente de dragón blanco, combustible de bombardero aéreo sobre Indochina

Adiós cielo, adiós Nirvana, adiós triste adiós, adiós a todos los ángeles y

arcángeles, devas y devakis, Bodhisattvas, Budas, anillos de Serafines,

Constelaciones de almas elegidas que lloran cantando en los dorados escalones Bhumi,

adiós Trono Alto, Lugar Central Alto, Aleluya Luz más allá de la Luz, una

ola de la mano a Thee Golden Rose Central,

Om Ah Hu? A La La Ho Sophia, Soham Tara Ma, Om Phat Svaha

Padmasambhava Marpa Mila sGam.po.pa Karmapa Trungpaye!

Namastaji Brahma, Ave atque vale Eros, Júpiter, Zeus, Apolo, Surya, Indra

Bom Bom! Shivaye! ¡Ram Nam Satyahey! Om Ganipatti, Om Saraswati Hrih

Sowha! ¡Ardinarishvara Radha Harekrishna se alegra para siempre!

¡Ninguno queda en pie! No quedan lágrimas por los ojos, ni ojos para llorar, ni boca para

cantar, no hay canción para el que escucha, ni más palabras para mente alguna.

Cherry Valley, 1° de febrero de 1973

 

+ Allen Ginsberg (1926-1997) fue un escritor y activista estadounidense. Además de ser uno de los precursores de la generación beat, es considerado una de las figuras más brillantes e influyentes de la literatura anglófona del siglo XX. Sus poemarios Aullido (1956) y Kaddish (1961) encarnan una fuerza vertiginosa sin precedentes en el poema moderno, apelando a una serie de imágenes caóticas y urbanas, mezcladas con el dolor de la pérdida, el fracaso y los recuerdos.
+ Nicolás López-Pérez (Rancagua, 1990) abogado y escritor, reside en Santiago de Chile. Ha publicado recientemente Geografía de las geografías. Administra la mediateca de poesía universal del ayer, “La comparecencia infinita”.