Hasta siempre Blancanieves. Josefina González

Como si el 11 de septiembre no fuera lo suficiente macabro para mí, para nosotros, ese día se suicidó el Hernán. Se acabó una parte de nuestro mundo y yo, que lloro en promedio día por medio cuando estoy emocionalmente estable, me demoré casi cuatro días en ponerme a llorar.

Con el Hernán nos hicimos amigos una vez en la micro. Ya nos habíamos visto antes pero apenas habíamos hablado. Subí a una 211 de la época (Alameda, Providencia, Tobalaba) y escuché que alguien me decía Hola Blancanieves. Yo en esa época trabajaba de doble de Blancanieves y el Hernán sabía, él iba camino a su trabajo igual, atendía a gente en el Starbucks. Le pagaban poco pero tomaba café como enfermo, me dijo.

Ahora hace poco inventaron en Chile que los pacos (Carabineros les dicen las señoras) tomen café con la gente común y silvestre en los Starbucks, pero no sé si alguien realmente les ha seguido el juego con eso. Yo prefiero no pensar en los miles de Jefes Gorgory que circulan por Santiago, menos en septiembre. Casi siempre me río de lo mucho que nos parecemos a Springfield, pero en estas fechas es más conveniente evadir la realidad y dedicarse a imitar a los gatos o a envidiar a los que saben contar ovejas, que se supone da sueño. Con el Hernán una vez comentamos lo mucho que envidiábamos al reino animal en general (conozco a pocos perros deprimidos) aunque a las vacas no las envidiábamos casi nada porque a las pobres se las comen más, igual que a los chanchos, especialmente en Fiestas Patrias.

Hermana, lo realmente significante es escurridizo como un espermio, me dijo una vez el Hernán en Avenida Brasil con Huérfanos. Y prefiero pensar en eso. Prefiero pensar en eso y en todos los otros delirios románticos callejeros, como el piropo que escuché hace unos días y que se me grabó en el cerebro. Ojalá fueras un momento difícil para estarte atravesando. Ojalá fueras un momento difícil para estarte atravesando. Ojalá fueras un momento difícil para estarte atravesando. Son temas contingentes; los piropos (sobre todo en Las Condes), la policía chilena tomando desayuno en la cadena de café más grande del mundo. Querer sufrir. Y se me mezcla todo. Yo renuncié a trabajar de Blancanieves porque una vez la agencia me mandó a una fiesta de pacos sin avisarme antes y yo no fui capaz de atravesar ese momento ni ningún otro que mezclara a Blancanieves con Los Simpsons. Yo pensé que me gustaba sufrir pero en el fondo no me gusta.

Hermana, lo realmente significante es escurridizo como un espermio, me dijo una vez el Hernán. Y prefiero pensar en eso, ahora aquí haciendo fila en el cajero hace 10 minutos mientras la señora que está al frente mío aprovecha de sacar el magíster en Street Fighter Alpha III. Yo no quisiera nunca alegrarme porque a alguien le va peor en la vida que a mí. Y a veces eso siento que es lo que hace septiembre con los chilenos. Septiembre se alegra ante la tristeza del chileno de a pie; las filas en los cajeros se alargan los días previos al feriado, los jóvenes chocan borrachos en los autos familiares y mueren y uno se despierta con la canción más dolorosa de Victor Jara a todo volumen en la Plaza Bogotá.

Cuando no puedo dormir a veces pienso en cómo sería mi vida si fuera hombre y hubiera nacido en otro país. Si hubiera nacido en otro país, septiembre no sería cruel conmigo. Cuando no puedo dormir a veces igual nomás me gusta Chile y pienso que quisiera haberme llamado Osorno y haber nacido en Putaendo. Cuando no puedo dormir me imagino también a esos espermios escurridizos acarreando material genético de Rafas Gorgorys chilenos. Yo no quisiera nunca alegrarme porque a alguien le va peor en la vida que a mí. Septiembre es cruel y los cafés del Starbucks tienen sabor a semen. Hasta Siempre Blancanieves.

Cuando no puedo dormir a veces igual nomás me gusta Chile y me alegro de no haber nacido vaca en un país tan carnívoro. Dicen que la carne humana tiene sabor a pollo sin aliñar. Dicen que lo realmente significante es escurridizo como un espermio. A veces ladran todos los perros juntos pero no llega ningún terremoto.

 

+ Josefina González (Santiago, 1983). Se ha dedicado a distintas áreas de la producción creativa: música, pintura, ilustración y actuación tanto en cine como en teatro. El año 2017 lanzó su disco No Todo Se Trata Del Amor Pero Casi Todo (Infinito Audio). Ha publicado los fanzines de humor “Mundo Absurdo” #1 y #2, además del libro Cómo cuidar de un pato (Overol, 2018).